En la era de los datos, de las cifras, de los números y de los algoritmos parece increíble que algunas empresas no pongan en valor toda esta información para mejorar sus resultados.
No es necesario invertir una ingente cantidad de recursos, ni económicos ni humanos, en crear un sistema que maximice el resultado de nuestras acciones de marketing.
Vanity metrics
Sí, invertimos mucho en darnos a conocer, en hacer branding, ruido. Y nos quedamos con la satisfacción de los impactos y, con suerte, de las visitas. Vanity metrics, de nuevo. Y ahí, en ese punto tan crucial, nos desinflamos y pensamos que todo va a venir rodado. Que si hemos conseguido tener 5.000 visitas a la web, ya podemos irnos a casa a esperar que las ventas caigan solas. Que tenemos unas landings que recogen los datos y con eso ya está hecho. Quizás porque “me lo ha dicho el de la agencia…” o porque lo digital es sinónimo de tecnología y surge de forma espontánea, paralela e inherente al hecho de tener campañas de captación.
Pero no, no es así. Vamos a suponer que vendemos perfumes de alta gama online, que hemos hecho bien los deberes y estamos consiguiendo leads de calidad a través de nuestras campañas. ¿De verdad pensamos que es útil y rentable hacer el mismo tipo de acciones a un lead caliente que a un lead frío?
De todos los potenciales clientes que se registran en nuestra web, hay un porcentaje (y éste dependerá de la calidad de la captación) que realmente está interesado en nuestro producto y, además, en un plazo corto de tiempo. Habrá otro porcentaje que no, que quizás se han registrado simplemente porque nuestro call to action es muy atractivo y les ha convencido para dejarnos sus datos, pero que no tienen intención de comprar nuestro producto o, si la tienen, es a medio o largo plazo. Y habrá, por último, otro porcentaje de leads que estarán en un limbo de indecisión.
Si esta clasificación tan sencilla (interesados de verdad, indecisos y no interesados) no la utilizamos a la hora de definir la periodicidad y contenidos de nuestros mensajes estaremos errando el tiro sobremanera.
Margaritas a los cerdos